Adam S. Bellow, autor de The Tech Commandments,
habla de algunas ironías y contradicciones en las que se encuentran
atrapados los sistemas educativos y da estas siete reglas de oro para un
modelo adecuado de integración TIC en las aulas.
1. No encerrar la tecnología en un aula. La tecnología debería ser como el oxígeno: necesaria, invisible y ubicua.
2. La tecnología no tiene ningún valor sin el desarrollo profesional. El
desarrollo profesional ha de ser prioritario; es de vital importancia
formar al profesorado en la integración creativa de las TIC en su
práctica docente diaria, no con sesiones de formación de una hora para
enseñarles a usar una u otra herramienta.
3. La tecnología móvil "da para mucho". Se puede obtener mucho más de
este tipo de tecnología que de cualquier otra. El alumnado trae sus
dispositivos al aula pero les decimos que los apaguen; sin embargo,
pueden sustituir a muchos y caros libros.
4. La palabra es temor. Los centros temen a todo: desde que las máquinas
reemplacen a los docentes, pasando por el hecho de que el alumnado sepa
más sobre la asignatura que ellos mismos, hasta herramientas web
colaborativas, que los administradores bloquean y filtran con el fin de
evitar algún tipo de encantamiento, y que sólo causa frustración entre
el profesorado, que no tiene acceso a webs útiles para su trabajo,
mientras que el alumnado tiene acceso a todo desde sus móviles.
5. Las TIC no son una moda pasajera. Hace mucho que han demostrado que
están aquí para quedarse, y sin embargo continúa la prudencia a la hora
de invertir en conectividad y equipamiento, y cuando se hace, es en
muchas ocasiones para utilizar la mitad del potencial de los mismos,
como por ejemplo centros que invierten en tabletas, que luego sólo se
usan para pasar lista.
6. El dinero no es el problema. Existen montones de recursos y
herramientas gratuitas, e incluso cuando dejan de serlo, aparecen de la
nada otras que ofrecen prácticamente lo mismo.
7. Invitar a sentarse a la mesa a todas las partes interesadas. Sentar a
la mesa a las administraciones, a los docentes, al alumnado y a las
familias, debatir estas y otras ironías y contradicciones, y comenzar el
cambio
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